Sobre los premios Martín Fierro
Siga cabalgando, Martín
¿Qué se premia como lo mejor de la televisión y la radio en Argentina? Aún más, ¿qué se retransmite como lo sobresaliente de esta selección? Salvo sanas excepciones, el mundo de los medios parece ser caldo de cultivo de shows y espectáculos de dudosa trascendencia política, artística y cultural en general.
Unas pocas noches atrás cientos de miles de argentinos fueron alumbrados por la pantalla que mostraba el reconocimiento a lo más destacado que se pudo ver en la radio y la televisión durante 2009.
Las premiaciones Martín Fierro, esta versión criolla que quiere ser la simetría local de los glamorosos Oscar’s norteamericanos, fueron creados en 1959 por
Los sucesos singulares de estos Martín Fierro reverberaron durante un par de días, retransmitidos una y otra vez por aquellos programas que aprovecharon la ceremonia para recopilar materia prima –hay un televisor mostrando un televisor, dentro del cual hay otro televisor, describe Eduardo Galeano-.
Casi nada de lo que se repitió corresponde a las buenas rarezas mediáticas masivas que en medio de tanto ruido (o de tanto silencio, al fin) llevan un mensaje claro y comprometido, tratando de sobrevivir a la perversa dictadura de los porcentajes de audiencia. Aunque no se lo recuerde demasiado, la noche del 2 de mayo se vieron a personalidades y producciones de programas verdaderamente sobresalientes (más allá de gustos y preferencias particulares pueden mencionarse a Eduardo Aliberti, Pedro Brieger, Juan Sasturain, “Presidentes de Latinoamérica”, “Al Colón”, “MP3, Gira Latina”, “Ecos de mi tierra” y algunos otros del ámbito de la cultura, de la información y del “interés general”).
Fuera de estos honrosos casos, ya se dijo que poco rememorados tras la ceremonia,
Pues la noche aglutinó –siempre según la visibilización hegemónica de la pantalla- a la selecta y arrogada clase artística y periodística del momento: ídolos de ocasión, respetables señoras aristócratas que llevan décadas en los medios, serios periodistas de espectáculos, cínicos columnistas mentores de la seguridad policíaca todos los mediodías, sujetos ignotos luciendo su Versace.
Nadie podía estar ausente a tan especial espectáculo. Aparecieron improvisados actores de inverosímiles escandaletes, necrófilos encargados de oradar en los peores estados de la condición humana, mercaderes presentados como creativos, noveleros vendedores de poco creíbles ilusiones diarias, presentadores de las verdades del día que modelan el sentido común ciudadano, conductores de emisiones de las tres de la tarde cuyas puestas en escenas no hacen más que elevar lo sencillo al escalafón de tragedia humana. En suma, excelentes ejemplares del grotesco social y político.
La futilidad de sus vidas les impide denunciar las injusticias que en el terreno de los símbolos perseguían a aquella creación de José Hernández, y que de una u otra manera siguen acosando a los desposeídos.
No se comprende demasiado que estas premiaciones rememoren a ese ser enorme, sujeto andante de las latitudes inmensas y de las fronteras alejadas de las grandes ciudades. Y APTRA se acuerda de él, tan ligada a los entornos sociales urbanos cuyas expectativas de lo que acontezca en lo político se dirime en los modernos Estados Unidos, y cuyo concepto de lo importante se resume a estar atentos a la última tendencia de la moda parisina.
Ni por asomo se imaginó el desolado Fierro las frivolidades de esta privilegiada élite de seres que habitan lejos de las cosas relevantes de la existencia.
Siga cabalgando, Martín.
Siga lejos de estas metrópolis en donde los misterios de la vida –sus alegrías y sus inequidades reales- son camuflados día a día por la seducción de sujetos pergeñados en un camarín.
Siga en su marcha valiente, respirando la libertad de la llanura. Mientras, estos hombrecillos y mujeres pequeñas continuarán ocupados en amasar la comidilla de quienes simplemente yacen, encerrados en su intrascendente rutina. Y sin poder escapar…
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Ahora los pulpos mediáticos y sus periodistas estrellas se ponen en víctimas
Los intereses monopólicos se habían puesto en víctimas mientras duró el debate parlamentario del proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisuales. Convertida en ley Nº 26.522, acudieron a la justicia para suspenderla, auspiciando presentaciones directas o por medio de ONG y legisladores que se habían ausentado al momento de la votación. El diputado mendocino Enrique Thomas, que bascula entre el peronismo duhaldista y el cobismo, logró el fallo favorable de la jueza Olga Pura de Arrabal y
La ley de medios está suspendida. Y esta circunstancia es central para tomar posición sobre el debate que vino a continuación y la masiva marcha del 15 de abril a favor de aquella norma. Se podría formular del siguiente modo: “Si no hay ley democrática de medios, hay escrache”.
Así se parafrasea lo sucedido en derechos humanos, donde años atrás se bregaba por justicia ante tribunales paralizados por la impunidad. “Si no hay justicia, hay escrache”, dijeron entonces desde HIJOS y otros organismos. Y ese movimiento desde la calle, más las luchas de siempre y la renovación legislativa y ejecutiva de 2003, hizo que recomenzaran los juicios. Ya hay 60 represores condenados. Los escraches cumplieron una buena función y en la actualidad son sólo excepcionales, porque los responsables del terrorismo de Estado están siendo enjuiciados.
Entonces, para analizar la situación política, el rol de los medios monopólicos y sus operadores de prensa, etc, hay que partir de qué pasa con la ley 26.522.
La postura de buena parte de la población, no de toda porque la derecha también existe, se pudo mensurar el 15 de abril con la marcha desde Congreso a Tribunales, exigiendo que aquella se ponga en práctica. Esa noche la muchedumbre votó con la cabeza y los pies, y escuchó a Hebe de Bonafini, Estela de Carlotto, Hugo Yasky y Julio Piumato.
Si se tiene en cuenta que el primer fallo contra la norma fue dictado por el juez Eduardo Carbone, el 16 de diciembre de
¿Era o no tiempo de respuesta en las calles, del grueso de la sociedad que había puesto tantas esperanzas en la democratización de los medios?
Clarinete, Grupo Uno (Vila-Manzano-De Narváez), Telefé,
Ayudita de
Los dueños de los principales medios y la oposición conservadora no sólo acudieron a los estrados judiciales para defender lo indefendible. También pidieron ayuda a
Así fue que en noviembre del año pasado sesionó en Buenos Aires la 65º Asamblea Anual, que pasó a estar presidida por Alejandro Aguirre, del Diario de las Américas, de Miami, uno de los que mejor interpreta la política de la cartera de Hillary Clinton.
Esa Asamblea incluyó charlas de periodistas de Clarín,
Esa central empresaria está desacreditándose por lo que dicen y hacen los periódicos asociados, caso del Diario de las Américas de Miami, el Mercurio de Chile, El Nacional de Caracas, El Comercio de Perú, El Tiempo de Bogotá y Clarinete de Buenos Aires, entre varios otros.
La verdad es exactamente la opuesta. El golpista Roberto Micheletti persiguió a la prensa democrática desde el golpe de Estado de junio de 2009. Los perseguidos eran defensores del orden constitucional que expresaba Zelaya. Desde que asumió el continuista Porfirio Lobo en enero de 2010, han sido asesinados 6 periodistas en Honduras. ¡Y
Malas y buenas noticias
Volviendo a Argentina, la mala noticia es que el Senado votó una resolución en solidaridad con los periodistas del grupo Clarín. Estos dijeron sentirse amenazados porque en un afiche anónimo se publicaban sus fotos y se preguntaba cómo podían desempeñarse en un medio cuya presidenta está sospechada de apropiación de menores.
Esa resolución senatorial fue impulsada por la derecha afín a los medios (Gerardo Morales, Adolfo Rodríguez Saá y María E. Estenssoro) y también votada por el bloque kirchnerista, destacándose José Pampero y Miguel Pichetto.
Por eso Rosendo Fraga, ex asesor de la dictadura, celebró en “
Por su parte
La asociación de Bonafini hizo un acto político en
Ninguno de los nombrados tuvo el coraje cívico de ir a ese acto y pedir la palabra para refutar los cargos. Prefirieron concurrir a
La buena noticia es que
Quiere decir que con mucha lentitud, podría empezar a remontarse en Tribunales la escalada de fallos adversos. Pero mal que les pese al grupo Clarín, la derecha declarada y también a los kirchneristas Pampuro, Pichetto, Daniel Scioli y Aníbal Fernández, muchos argentinos que aprendieron de HIJOS y la lucha de derechos humanos, mantienen su idea. “Si no hay ley democrática de medios, hay escrache”.
Aunque hemos encontrado algunas páginas web muy interesantes donde se critican a los medios españoles (1) por su falta de rigor en la cobertura informativa de las elecciones cubanas, los votantes en Tercera Información seleccionan esta noticia para ser desmontada. Y cada vez nos lo ponéis más fácil, porque una lectura rápida ya conlleva a cualquier persona con algo de criterio, a tirarse de los pelos o morderse el labio de impotencia.
Ángel Sastrte (si es que realmente ese apellido existe), escribe supuestamente desde Buenos Aires, el pasado 25 de abril de 2010 lo que se supone que es una crónica electoral. Para todo buen periodista, una crónica electoral implica una serie de requisitos e informaciones mínimas contrastadas, para, si acaso después (o durante, si el periodista no puede aguantar tres o cuatro párrafos sin soltar una de las suyas), arrojar una visión subjetiva. La Razón sólo ofrece su regocijo opinativo. Si para colmo, hablamos de un sistema electoral distinto al que está habituado el enviado o corresponsal, implica un esfuerzo mayor. Pero esto ya lo comentaba Pascual Serrano: «La primera complicación es comprender el sistema electoral para un extranjero, para ello el mejor modo es hacerse la siguiente pregunta: ¿Cuál es el procedimiento para que un ciudadano normal pueda ser representante municipal en Cuba?» (2) Si sólo leyéramos La Razón podríamos hacernos las siguientes preguntas (por falta de información) ¿Quién ha ganado las elecciones? ¿Porcentajes? ¿Estadísticas? ¿Abstención? Hay que acudir a fuentes oficiales (algo necesario aunque no de mi agrado), para obtener algunos datos. EleccionesenCuba.cu dice, por ejemplo: «El 94,69% del electorado [ha votado], más que en el proceso de 2007, datos que hablan por sí solos del respaldo popular no solo a los candidatos propuestos para integrar los órganos locales del Poder Popular, sino a su sistema político. A la tranquilidad con que transcurrieron los comicios, hay que sumarle que solo el 4,58% de las boletas depositadas aparecieron en blanco y resultaron anuladas el 4,33%, según datos que serán validados en los próximos días.» (3).
La Razón tilda a las elecciones de un país como “parodia”, lo cual es un insulto muy grave, que además define como “pantomima electoral”. No sabemos muy bien cómo unas elecciones podrían reírse de sí mismas, pero intuimos que tal vez sea el periódico el que quiere burlarse del sistema cubano, sin haberlo comprendido, pero al no ser tan tecnológico, tan moderno. Algo que critica inmediatamente: «Los candidatos no aparecen en los medios de comunicación, no hacen debates entre sí, tampoco realizan mítines ni encuentros con los electores». La Razón piensa que nuestro sistema (democracia española, europea, tal vez occidental) es superior porque se ampara en los medios de comunicación, y en la técnica. Ese dogma maléfico que impone que “el medio es el mensaje” sigue presente, incluso como argumento crítico.
Pero la postura no es exclusiva, La Razón (todos los grandes medios españoles) suele no respetar los problemas de 12.000.000 de cubanos, tratando sus problemas a coña, con titulares como La última víctima del castrismo es su industria más emblemática: Cuba se queda sin «¡azuuuúcar...!» (4), continuando luego con el peor comienzo posible para una noticia «La próxima desaparición en Cuba del Ministerio del Azúcar no sorprende a nadie en absoluto» (¿Entonces para qué lo publicáis?). Es una mentira elevada a sí misma, una mentira al cuadrado.
Ese binomio insostenible informamos-peronoinformamos se demuestra analizando el uso de las fuentes. Se cita a un disidente y un escritor; dos personajes pintorescos (para el caso) que sólo aportan una visión crítica, no hay una tercera fuente que esté a favor de este sistema, o contribuya con otra visión, para posteriormente ofrecer un balance de opiniones o algo así. Pero en cualquier caso, el tal Ángel Sastrte, pese a estar allí para comprobarlo por sí mismo, ha tirado de fuentes de archivo. Incomprensible. Irrespetuoso.
Las críticas a la credibilidad democrática de las elecciones cubanas son muchas y algunas con bastante peso. Para los medios es fácil y económico jugar con esos argumentos, pero La Razón, por motivos que no alcanzamos a comprender, no ha querido hacer uso de la razón(valga la “repugnancia”) para establecer críticas fundamentadas, y desde luego, respetables. Todavía si discrepase de temas a menudo criticados como la prohibición de cualquier partido político excepto el comunista a acceder al poder, o el sistema de voto a mano alzada para la designación de candidatos a delegados, o tal vez de las actividades reguladoras de los Comités de Defensa de la Revolución, pues la crónica hubiera tenido al menos una opinión funcional… Pero se limita a simplificar Cuba como unipartidista.
No es una cuestión ideológica, es una cuestión de falta de habilidad para dedicarse a esto de la información electoral, donde El País, con sus pros y sus contras, sí que realiza este tipo de coberturas. Probablemente, no sean, como dicen los Castro, las elecciones más democráticas del mundo, pero sí da que pensar el hecho de que el mundo entero considere corruptas a unas elecciones con ínfimo margen de abstención.
Pascual Serrano (quien sí sabe cultivar ese género periodístico) concluye: «Y en cuanto a la metodología electoral, no es perfecta, y tampoco podemos pensar que deba ser aplicable en otros países. Lo que es indiscutible es que nadie puede decir que los países capitalistas son más democráticos. Nosotros nos hemos limitado aquí a explicar una jornada electoral en Cuba, que cada uno valore. Y de paso que compare con la abstención en su país».
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“Es necesario sentir en la piel el destino de los desfavorecidos para comprender cuál es el lugar del periodista. El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible”
por Pascual Serrano
Los teóricos neoliberales centran su análisis sobre la información en la necesidad de elementos como la imparcialidad, la objetividad, la independencia, la neutralidad... El ejemplo más claro de que, en términos absolutos, no existe la neutralidad informativa se evidencia desde el momento en que se elige lo que es noticia[1]. Cuando un periódico selecciona como noticia principal de portada la concesión de un Oscar en Hollywood o un informe de Amnistía Internacional, está tomando una posición editorial determinada. Ya dijo Ryszard Zapuściński que no puede ser corresponsal quien “cree en la objetividad de la información, cuando el único informe posible siempre resulta personal y provisional”.[2]
Algo similar podríamos decir del concepto de equilibrio informativo. El veterano periodista experto en Oriente Medio Robert Fisk criticó ese falso discurso del equilibrio y afirmó que “los periodistas deberíamos estar del lado de quienes sufren. Si habláramos del comercio de esclavos en el siglo XVIII, no le daríamos igualdad de tiempo al capitán del navío de esclavos en nuestros reportes. Si cubriéramos la liberación de un campo de concentración nazi, no le daríamos igualdad de tiempo al vocero de las SS”.[3]
José Ignacio López Vigil ha dedicado toda su vida al periodismo comunitario en América Latina, al lado de la gente pobre y sencilla. Él también reivindica el compromiso frente a las injusticias:
Frente a un panorama tan cruel, ninguna persona sensible, con entrañas, puede permanecer indiferente. Es hora de poner todos nuestros esfuerzos personales, toda nuestra creatividad, para mejorar esta situación. No caben mirones cuando está en juego la vida de la mayoría de nuestros congéneres, incluida la del único planeta donde podemos vivirla.[4]
López Vigil va todavía más lejos:
Ni el arte por el arte, ni la información por la información. Buscamos informar para inconformar, para sacudir las comodidades de aquéllos a quienes les sobra y para remover la pasividad de aquéllos a quienes les falta. Las noticias, bien trabajadas, aún sin opinión explícita, sensibilizan sobre estos graves problemas y mueven voluntades para resolverlos.[5]
No faltan periodistas jóvenes de última generación que también reniegan del mito de la equidistancia, como Olga Rodríguez, curtida en los conflictos de Oriente Medio:
huyo de la equidistancia porque creo que es una trampa: no se puede tratar igual al que bombardea que al que es bombardeado, al invasor que al invadido, al opresor que al oprimido... Vivimos en un mundo plagado de desigualdades, injusticias y desequilibrios y creo que una de las misiones de los periodistas es buscar que la balanza se equilibre.[6]
Decía el poeta español Gabriel Celaya, “maldigo al poeta que no toma partido”, y hoy el recién fallecido ensayista estadounidense Howard Zinn afirma que “no se puede ser neutral viajando en un tren en marcha que se dirige a un despeñadero”.
El historiador Paul Preston recoge en su libroIdealistas bajo las balas, el sentimiento que vivieron los corresponsales de prensa extranjeros destinados en España durante la guerra civil[7]. Según Preston,
no se trataba sólo de describir lo que presenciaban. Muchos de ellos reflexionaban sobre las consecuencias que tendría para el resto del mundo lo que sucedía entonces en España. (…) se vieron empujados por la indignación a escribir en favor de la causa republicana, algunos a ejercer presión en sus respectivos países y, en unos pocos casos, a tomar las armas para defender
Preston deja bien claro que ese activismo no fue “en detrimento de la fidelidad y la sinceridad de su quehacer informativo. De hecho, algunos de los corresponsales más comprometidos redactaron varios de los reportajes de guerra más precisos e imperecederos”.[8]
La percepción del periodismo como un compromiso con los oprimidos ha inspirado a lo más valioso de nuestra profesión, quienes, a diferencia del hipócrita discurso dominante actual, han reivindicado esa responsabilidad. Desde el cubano Pablo de
También lo han entendido así muchos fotoperiodistas profesionales: “Me molestan ciertas etiquetas, como cuando me dicen que soy un periodista solidario. Para mí el periodismo es compromiso”[9], afirmó el fotógrafo Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía en España. El fotoperiodista todavía va más lejos: “Si yo fuera alguna vez decano de una facultad de Periodismo eliminaría una palabra: 'objetividad', la quitaría, rechazaría y quemaría”.[10]
El periodista siempre tendrá la tentación de dejarse llevar por los oropeles palaciegos, bien por razones económicas, por sumisión al poder, o simplemente por la tendencia a considerar más veraz y valiosa la información solo porque procede de la moqueta y el esplendor de los centros del poder. Pero hay que recordar que tenemos una obligación social, un compromiso, una especie de juramento hipocrático que consiste en sacar a la luz, en informar sobre tantas y tantas luchas de hombres y mujeres que combaten por su supervivencia y dignidad.
Como dice Kapuscinski en su obra El Sha, debemos reivindicar “las palabras que circulan libremente, palabras clandestinas, rebeldes, palabras que no van vestidas de uniforme de gala, desprovistas del sello oficial”.
Por eso, cuando en una guerra un jefe militar nos anuncie una liberación, le preguntaremos a la señora que salió a comprar el pan en la zona recién liberada; mientras el ministro nos esté enseñando el nuevo hospital inaugurado, acercaremos el micrófono al anciano que se encuentra en la sala de espera, y durante la pomposa inauguración de la industria de vanguardia tecnológica interrogaremos al obrero por su paga.
Tal como sucedió a los periodistas decentes que cubrieron la guerra civil en España, es necesario sentir en la piel el destino de los desfavorecidos para comprender cuál es el lugar del periodista.
El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Hablo, obviamente, del buen periodista. Si leéis los escritos de los mejores periodistas —las obras de Mark Twain, de Ernest Hemingway, de Gabriel García Márquez—, comprobaréis que se trata siempre de periodismo intencional.[11]
El discurso de la neutralidad se utiliza inteligentemente desde los medios de comunicación neoliberales. Basta con observar los nombres con los que gustan denominarse en sus cabeceras: El Imparcial,Informaciones,ABC,
La ciudadanía se indigna ante cualquier intento de dirigismo político e ideológico. Sabedores de eso, la estrategia actual de los medios es disimular a toda costa la intencionalidad para que pase inadvertida a las audiencias y pueda ser efectiva. El objetivo es proporcionar (u ocultar) al lector, oyente o espectador determinados elementos de contexto, antecedentes, silenciamientos o métodos discursivos (en el caso de los medios audiovisuales las posibilidades son infinitas) para que llegue a una conclusión y posición ideológica determinadas, pero con la percepción que es el resultado de su capacidad deductiva y no del dirigismo del medio de comunicación. De ahí la importancia de denunciar las falsas objetividades y neutralidades para dignificar un periodismo de principios y valores.
Los grandes medios comerciales hablan de neutralidad periodística mientras tienen periodistas empotrados entre las filas del ejército estadounidense en Iraq, de pluralidad informativa cuando sus redactores no salen de la sala de prensa de
No es verdad que los medios de comunicación comerciales sean soportes neutrales de información. Ellos militan y hacen apología de un modelo económico concreto en el que se desenvuelven y del que obtienen beneficios, bien para su propia empresa o para la casa matriz accionista.
Frente a ello, no se trata de que desde el compromiso del periodista el periodismo se convierta en panfleto: la ciudadanía rechaza los intentos de un periodismo militante que no aporta rigor ni información contrastada y sólo incluye ideología. Lo que reivindicamos es la recuperación de la dignidad y el servicio a la comunidad, a la justicia social, a la soberanía de los pueblos y a las libertades. No será periodismo si no se hace así, como no es medicina curar solo a quienes tienen dinero para pagarla.
No se debe confundir periodismo comprometido con servir incondicionalmente a un partido político o a un gobierno con el que se simpatiza. El compromiso es con unos principios y unos valores, no con unas siglas o un determinado órgano de poder. Y, sobre todo, dar la voz a quienes tantas veces tiene vetado el acceso a los medios de comunicación.
La escritora Elena Poniatowska en su libro La noche de Tlatelolco,[12] recogió la masacre de cientos de estudiantes que protestaban en la plaza de ese mismo nombre, en la ciudad de México, el 2 de octubre de 1968. Para ello se dedicó a transcribir textualmente los testimonios de los afectados y ordenados cronológicamente. Sin duda se trata de un periodismo incompleto —hay elementos y datos que no se pueden ofrecer mediante testimonios—, pero es un ejercicio magnífico de dar la voz a la gente.
En muchos foros los profesionales insisten en que su capacidad de maniobra para practicar un periodismo comprometido con valores distintos de los impuestos por el mercado es muy limitada. Es verdad, pero es imprescindible que todo periodista ponga al servicio de esos ideales sus conocimientos y su trabajo si quiere que la decencia sea emblema e insignia de su vida y su profesión, y probablemente deba ser fuera de su puesto de trabajo en un medio de comunicación comercial.
No se trata de militancia, sino de de decencia. La decencia es lo que diferencia al biólogo que trabaja para una gran empresa de transgénicos o para una organización ecologista, al abogado que defiende los intereses de una multinacional o los de los trabajadores que exigen un sueldo justo, al militar que dispara contra el pueblo refugiándose en órdenes de superiores o al que combate al lado de la gente. Ninguno de ellos puede ser neutral, ni imparcial, ni objetivo.
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NOTAS
[1] Ver capítulo “Así funciona el modelo” en Serrano, Pascual.Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo. Península. Barcelona, junio 2009.
[2] Ryszard Zapuściński.Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo. Anagrama. Barcelona 2002. pág. 21.
[3] Fisk, Robert. “Tediosas comparaciones sobre Oriente Medio”.
[4] López Vigil, José Ignacio. Manual urgente para radialistas apasionadas y apasionados. Ministerio de Información y Comunicación de Venezuela. 2005
[5] Ibídem
[6] Muñoz, S. Entrevista en la revista Paisajes. Noviembre 2009
[7] Preston, Paul. Idealistas bajo las balas. Corresponsales extranjeros en la guerra de España. DeBolsillo 2008
[8] Ibídem. pp. 16 y 17
[9] Público. 7-11-2009
[10] Declaraciones a CNN + 8-11-2009
[11] Ryszard Zapuściński.Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo. Anagrama. Barcelona 2002. pp. 38 y 39
[12] Elena Poniatowska. La noche de Tlatelolco. Editorial Era, 2007
Tomado de Le Monde diplomatique
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Carlos Souto, director de La Ese, se jacta de haber armado las imágenes de muchos dirigentes políticos de la oposición.
25-04-2010 /
Las operaciones clandestinas del grupo de tareas formado por el publicista Carlos Souto.
Por Lucas Carrasco y Jimena Arnolfi
Aún hoy y con miras de seguir hasta la campaña electoral del 2011, el grupo de tareas mediáticas contratado por La Ese libra sus batallas remotas en las lujosas oficinas de Perú al 800, barrio de San Telmo, en una hermosa casona de estilo francés construida en 1912. Ahí funciona La Ese, propiedad de Carlos Souto.
Clientes. La lista de Souto no tiene desperdicio. Fue publicista de la Alianza que encabezó Fernando De La Rúa, intentó sin éxito remontar a Carlos Menem en 2003 y actualmente se enorgullece de haber trabajado con Julio Cobos y de ser el verdadero cerebro del “Alika, Alikate” para catapultar como líder de la antipolítica al colombiano Francisco De Narváez.
Miradas al Sur accedió a fuentes inobjetables para reconstruir la actividad de La Ese. El clima de secretismo está reforzado por un pedido oral de confidencialidad. Un tema que tiene estatutos legales y valen sólo en la medida en que estén firmados por conformidad plena por los empleados de las empresas. En este caso se trata apenas de una simulación para amedrentar a jóvenes que trabajan en negro y no están asesorados legalmente. Además, va acompañado con un adoctrinamiento político: “Esto es una guerra” y “el Gobierno hace lo mismo que nosotros pero al revés”, les dicen.
A su vez, se encargan de desgrabar lo dicho en esas radios para monitorear lo que va sucediendo. Hacen estadísticas, informes sobre cuál es la tendencia de cada conductor, qué línea política desarrolla cada programa, cuáles se acercan más al Gobierno, cuáles se alejan más, etc. Siempre desde la óptica de los intereses políticos y económicos del Grupo Clarín.
Por su parte, los supuestos bloggers tienen a su disposición un software propio que rastrea los comentarios adversos a Clarín en internet. Así pueden detectarlos y bajar línea anti K. Las computadoras de la agencia de Souto poseen modems inalámbricos y un sistema rotativo de IP’s para que tampoco se puedan rastrear las rutas de las PC que efectúan los mensajes.
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RESPONDÉ A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS Y VIAJA CON "FM Cenit"A SUDAFRICA 2010
1. ¿Cuál de los estudiantes de la foto de abajo tiene aspecto de cansado y/o con sueño?
2. ¿Cuáles son mellizos varones?
3. ¿Cuales son mellizas mujeres?
4. ¿Cuál es el o la profesor/a?
5. ¿Cuál esta seco/a de vientre?
6. ¿Cual salió recién de la peluquería

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