SARAMAGO

Izquierda

«Nosotros tenemos razón, la razón que asiste a quien propone que se construya un mundo mejor antes de que sea demasiado tarde, pero o no sabemos transmitir a los demás lo que es substantivo en nuestras ideas, o chocamos con un muro de desconfianzas, de prejuicios ideológicos o de clase que, si no logran paralizarnos completamente, acaban, en el peor de los casos, por suscitar en muchos de nosotros dudas, perplejidades, esas sí paralizadoras. Si el mundo alguna vez consigue a ser mejor, solo habrá sido por nosotros y con nosotros. Seamos más concientes y estemos orgullosos de nuestro papel en la Historia. Hay casos en que la humildad no es buena consejera. Que se pronuncie alto la palabra Izquierda. Para que se oiga y para que conste».

José Saramago (16 de noviembre de 1922 - 18 de junio de 2010) ¡Buen descanso, Maestro!

sábado, 5 de junio de 2010

EUROPA


JORNADAS DE DERECHO DE LA INTEGRACIÓN – UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO - 2.005

CONSTRUCCIÓN SUPERESTRUCTURAL Y ECONOMICISMO

(Una mirada sobre el proceso de ratificación de la Constitución Europea)

Dr. Julio SALESSES

Todavía resuenan en nuestros oídos las palabras que el Embajador de la Unión Europea, Angelo Pagkratis, pronunciara en la Universidad de Córdoba durante las VIII Jornadas ECSA Argentina en mayo pasado. Había por entonces fuertes indicios de que en Francia habría un resultado negativo en el plebiscito convocado para ratificar el Tratado Constitucional europeo, y que ese resultado podría tener efecto dominó en otros países. Pagkratis intentaba en Córdoba mantener en alto el optimismo, y señalaba que el electorado francés es veleidoso, que amagaba con el voto, pero que de ninguna manera iba a permitir que Francia quedara aislada de Europa. Sin embargo, los franceses votaron mayoritariamente por el “no”, teniendo como consecuencia inmediata el reemplazo del primer ministro por parte de Jacques Chirac. La tendencia fue ratificada poco después en Holanda, hecho que llevó a la suspensión del proceso de ratificación.

Hace ya un tiempo que venimos cuestionando, en distintos foros, la metodología, el perfil y los factores que se ponderan en la generación de los espacios regionales. Y a pesar de que dichos cuestionamientos resultan una y otra vez avalados por los resultados, no podemos negar que muchas veces nos sentimos “rara avis”, cuando hacemos planteos culturales, políticos y educativos en medio de economistas que buscan razones de éxitos y fracasos de los procesos de integración, en los aranceles externos, en la compensación de las asimetrías micro y macroeconómicas, o en la asimilación de las estructuras fiscales.

Sin embargo, el triunfo del “no” en los plebiscitos destinados a aprobar el Tratado Constitucional europeo, nos obliga una vez más a considerar algunos otros elementos que inciden en el avance de los procesos de integración.

Agotar el análisis de los factores que incidieron en el resultado adverso excedería los alcances de esta exposición, por lo cual afrontaremos aquellos que nos parecen estructurales, y por ende prioritarios en la agenda de discusión, trazando sobre ellos algunas líneas generales.

Se ha intentado explicar el resultado del plebiscito en Francia y Holanda, haciendo hincapié en tres circunstancias que se consideran decisivas:

1) El “no” fue un voto castigo para los gobiernos de los respectivos países;

2) La adopción del Euro como moneda única, incidió negativamente en las economías locales;

3) El Tratado Constitucional no fue suficientemente “explicado” al ciudadano.

Estas tres afirmaciones encabezan holgadamente el ranking explicativo del resultado electoral. Son simplistas, superficiales y reduccionistas, y sin embargo sirven de punto de partida para aproximarnos a las causas profundas.

- Si admitimos el argumento del “voto castigo”, debemos también admitir que la instalación del concepto de Europa unida en el inconsciente colectivo no ha sido suficiente para reducir la preponderancia de las concepciones nacionalistas;

- Si admitimos el argumento de la incidencia negativa del Euro en las economías locales, debemos admitir que la idea de Unión Europea se instaló como un concepto de contenido fuertemente economicista;

- Si admitimos que el texto constitucional no fue suficientemente explicado a la ciudadanía, admitimos también que es un producto de la superestructura, una superestructura que no generó bases de consenso necesarias para el logro de la aprobación.

Tratando de ahondar un poco más en las causas del voto negativo, consideramos importante considerar algunos aspectos no relacionados ni con la economía ni con cuestiones coyunturales de política interna, y que sin dudas juegan un rol importante.

LA COMUNICACIÓN Y LA EDUCACIÓN

Nos parece interesante realizar algunas reflexiones acerca del desafío que plantea el proceso de integración europea desde una perspectiva de comunicación y Educación, y de la forma en que ambas temáticas pueden coadyuvar para reducir el perfil superestructural que caracteriza a la Unión, y generar lo que se ha dado en llamar “sentimiento popular europeo”, elemento cuyo déficit ha incidido en el resultado de los plebiscitos de Francia y Holanda. Ya en Febrero de 2.002, Carrillo Salcedo analizaba la Declaración de Laeken, y afirmaba que”Europa se enfrenta a dos grandes retos, uno dentro y otro fuera de sus fronteras: por un lado, acercarse al ciudadano. Y por otro, definir su papel en un mundo globalizado” (J. A. Carrillo Salcedo, en “Revista de Occidente, Febrero de 2.002). Y años antes, con motivo de las dificultades del proceso de ratificación de Maastricht, J. Delors, entonces presidente de la Comisión Europea, era todavía más contundente, al señalar que “el debate sobre la ratificación de los tratados ha hecho aparecer una especie de fosa separadora entre lo que los gobiernos habían buscado y el grado de adhesión de una parte de la opinión pública”. Y remataba afirmando que “la construcción europea se ha estado realizando, durante mucho tiempo, por una especie de dulce despotismo ilustrado, ante una cierta indiferencia de los pueblos. Cuando ha llegado el momento de romper con el método sugerido por los padres fundadores, hubo que pagar las consecuencias de una deficiente comunicación, una deficiente pedagogía y una falta de debates”. (Delors, J., “El nuevo concierto europeo” Madrid, 1.993).

Acercar Europa a los ciudadanos requiere importantes transformaciones en el modelo establecido a la hora de culminar el proceso de integración. Quizás haya llegado el momento de considerar si el método funcionalista y tecnocrático de integración europea, impuesto por Jean Monnet y Robert Schuman, válido para los primeros 50 años del proceso, no debe ser sustituido por un modelo popular en el que la sociedad civil, de la que forman parte los medios de comunicación y la educación, desempeñen un rol más activo. No es posible soslayar la profunda relación existente entre las estructuras políticas y sociales, y la organización y el sentido de las noticias, ya que estas noticias influyen decisivamente en la formación o en el cambio de la cognición social de los lectores, como así también en la reproducción o la legitimación del poder de las elites (Abid, M. “El islamismo y su reflejo. La crisis argelina en la prensa española”, Madrid, 2.000).Podemos afirmar, con escaso margen de error, que Maastricht ha terminado con un modo de comunicación política: aquel modo en que las elites “saben” y dan lecciones a los pueblos que “no saben”. Coincidimos con Wolton, cuando afirma que “no nacerá el espacio político europeo sin una crisis en el papel de las elites, aunque sean ellas las que han hecho Europa”.

LA EDUCACIÓN.-

La política educativa de la Unión Europea se apoya en el principio de cooperación entre los estados miembro. El principio de cooperación, que resultaba eficaz en los años 70 y 80, debe ir dejando paso al principio de armonización educativa. Este principio emerge como la herramienta que puede afrontar con éxito el desafío de diseñar y llenar de contenido el concepto deidentidad europea. A las preguntas de cómo se define el término “cultura europea”, de qué significa ser europeo y de cuáles son los valores comunes europeos, Castells responde:“No existe una identidad europea. Pero podría construirse no en contradicción, sino en complemento de las identidades nacionales, regionales y locales. Se trataría de un proceso de construcción social con identidad de proyecto. Es decir, un programa de valores sociales y objetivos institucionales que atraen a una mayoría de ciudadanos.” La identidad europea es así concebida como un proyecto para la era de la información, en el que los ciudadanos europeos tengan opción a participar, y no como algo elaborado previamente por una minoría de expertos. Para que tal proceso resulte viable, resulta necesario poner en marcha estrategias comunes en el plano de la prensa y la educación. En el año 1.985 se inició un ambicioso programa llamado “Prensa - Escuela”, que lentamente fue languideciendo, fundamentalmente a causa de la fascinación generada por el avance de las nuevas tecnologías. Sin embargo, una re-definición y una modernización en sus características, lo convertirían en un medio de afirmación de identidad.

El ciudadano europeo está todavía dominado por una educación y una historia nacionales, y el aprendizaje de la identidad europea varía considerablemente de un Estado a otro (Wihtol de Wenden, C., “La ciudadanía europea”).Como señala Garagorri en su obra “El currículo y la integración europea”, “El nivel real de integración europea de los jóvenes es decepcionante”. Revisar la cooperación, para reforzar una dimensión educativa común, implica, además de introducir elementos comunes en la currícula europea, poner en tela de juicio a los actores de dicha cooperación, es decir, los estados y la Unión Europea. Es preciso reclamar el protagonismo de todos los agentes implicados en el ámbito educativo, factor que ha sido reconocido y suscripto en numerosos documentos elaborados porla Comisión de las Comunidades europeas, pero que no acaba de calar en la sociedad.

LA COMUNICACIÓN

La prensa puede y debe contribuir a la formación de una Ciudadanía Europea, para lo cual es necesario, aunque no suficiente, explicar Europa en el sentido tradicional, es decir, transmitir los mensajes de las elites a las masas, sino que es preciso que se conviertan también en un efectivo canal de participación ciudadana en las instituciones europeas. En tal sentido, los especialistas en contenidos de la prensa europea, han señalado algunos aportes y propuestas que nos parece interesante señalar:

- Partiendo de la existencia de una temática común europea, y de fuentes, medios de comunicación y receptor de mensajes igualmente identificables, es necesario que los medios incluyan secciones informativas específicamente europeas, circunstancia que, según Díaz Nosty, en líneas generales no se verifica. La puesta en práctica de esta propuesta aparece a simple vista sencilla. Sin embargo, la lectura de los principales medios de prensa europeos, nos muestra que son precisamente los medios de comunicación quienes deben generar en sí mismos un cambio de mentalidad que les permita coadyuvar a la instalación del principio de identidad europea en el inconsciente colectivo. Una muestra contundente de la necesidad de un cambio de mentalidad en la prensa, la constituye una edición del diario Abc del año 1.998. Al no contar el diario con una sección específicamente europea, y casi 10 años después de la caída del Muro de Berlín, publica una serie de noticias de Europa bajo el título “Europa Occidental”, sin tener en cuenta que“los años de la guerra fría hicieron que en Europa se incrementase el uso del adjetivo occidental de una manera muy connotada para marcar las diferencias entre el bloque capitalista y el bloque socialista (...) Esta concepción de Europa en dos bloques se destaca por su anacronismo desde que tal división dejó de ser una realidad. Pero las continuidades y las dificultades para cambiar los hábitos adquiridos parecen seguir contando con una considerable incidencia.” (J. Prats, “Los jóvenes ante el reto europeo”, Barcelona 2.001).

- En cuanto al contenido de la información, si Europa pretende construir su propia identidad, es imprescindible imprimirle un marco continental al desarrollo de los diversos temas. Si se informa, por ejemplo, sobre medio ambiente, es preciso poner énfasis en la dimensión europea del medio ambiente, y en quela Unión Europea defiende una política microambiental diferente, por ejemplo, a la que defienden los EE.UU.

- Otra herramienta importante para hacer de la prensa un elemento de afirmación de la identidad europea, consiste en fomentar la cooperación e iniciar un proceso de integración de empresas periodísticas de distintos países del continente. En los países que integran hoy la Unión Europea, el proceso de internacionalización de los mercados de la información y comunicación puesto en marcha tras el Acta Única tiene un incipiente grado de desarrollo. Los mercados de prensa siguen, en conjunto, controlados por grupos editoriales nacionales, y no puede hablarse por el momento de un auténtico marco europeo de prensa. La existencia de una prensa propiamente Europea, significaría un progreso significativo respecto de la situación actual. El propio Parlamento Europeo ha insistido una y otra vez, sin éxito, En la necesidad de una política comunitaria de medios de comunicación que no solo elimine las barreras técnicas y jurídicas para un mercado común de la información, sino que apoye decididamente a los productos periodísticos comunitarios y audiovisuales europeos. (Sánchez Bravo, A., “La información en la comunidad europea”)

Consideramos que resulta extremadamente difícil introducir una perspectiva europea apuntando solo al contenido de los medios de información nacional. Para introducir una perspectiva europea que consolide la identidad continental, es imprescindible que los medios transformen sus estructuras empresariales de ámbito estatal, en estructuras empresariales de ámbito europeo, para desempeñar un papel más activo en el proceso de construcción europea, de la misma forma en que cumplieron un papel importante, incluso decisivo, en el nacimiento de los estados modernos, en especial un rol de catalizador de la toma de conciencia nacional. (J. M. Nobre Correia, “Una Europa a la búsqueda de unos medios de comunicación”).

DÉFICIT DEMOCRÁTICO.-

Un tercer elemento que entendemos ha incidido en el fracaso de los plebiscitos ratificatorios en Francia y Holanda, sería lo que se ha dado en llamar “Déficit democrático”. La noción de Déficit democrático sobrevuela desde hace años los análisis sobre la marcha del proceso de integración. Definir el concepto genera controversias doctrinarias, pero podemos ubicarla en el marco de las diferencias que existen entre lademocracia formal, hegemónica entre los países europeos, y lademocracia participativa, modelo que contribuiría a acelerar y enriquecer la unificación, al permitir un mayor grado de compromiso por parte de la ciudadanía.

De haber mediado mayor participación de los pueblos europeos, no tendría sentido afirmar que una de las causas del voto por el “no”, es una deficiente explicación del contenido de la Constitución. Sin embargo, el déficit democrático que genera la supremacía de la democracia formal, no es exclusivo de la UE. Por el contrario, se trata de un fenómeno general del constitucionalismo moderno, en el que el poder de decisión se concentra en el ejecutivo, y las asambleas representativas pasan a segundo plano. (Bru Purón, “Diccionario de la Unión Europea”). En el movimiento institucional comunitario existe déficit democrático, pero no en mayor medida que el que puede percibirse en cualquiera de sus estados miembro(Viciano Pastor, R., “Los retos de la UEante el siglo XXI”, Madrid, 1.997). En los tiempos que corren, las reglas de juego de la democracia formal, consistentes en votar cada cuatro años programas de gobierno cada vez más parecidos entre sí, para ser ejecutados por gobernantes no interesados en fomentar la participación popular en la vida pública, no pueden ya satisfacer a la ciudadanía. Según estudios recientes, el 65% de los integrantes de la comunidad se muestra insatisfecho con el funcionamiento institucional dela Unión Europea, y considera deficitario su contenido democrático.

Estimamos que es fundamentalmente desde la perspectiva de la crisis de la democracia formal y de la necesidad de pasar al modelo de democracia participativa, desde donde deben buscarse las causas profundas del voto negativo, no solamente de los plebiscitos realizados en 2.005, sino también el “NO” danés de junio de 1.992, y el “NO” irlandés de junio de 2.001.Jean-Marie Domenach, refiriéndose al tratado de Maastrich, decía: “De repente, la población, inquieta, se da cuenta de que se ha construido algo. Se le pide que viva en esta casa nueva donde hay sitio para muchas familias, pero se han olvidado de explicarle cómo construir esta casa y lo que puede encontrar en ella. He aquí por qué ha tenido una reacción de inquietud frente a lo que se ha realizado, para nosotros, ciertamente, pero sin nosotros”. (Domenach, J.M., “El gran reto, la Europa de las Culturas”) Esta descripción nos parece altamente ilustrativa del estado actual del proceso de UE, y explicativa en alto grado de los resultados electorales.

Una vez más, y esta vez a la luz de resultados electorales recientes, afirmamos que los procesos de integración carecen de una voluntad política que pondere aspectos relacionados con la identidad, la tolerancia y el enriquecimiento en la diferencia. Ponen énfasis en los aspectos económicos, y se perfilan como cotos de caza del capital financiero internacional. El rechazo al Tratado Constitucional, debe servir para formular una re-definición del proceso de construcción de la Unión Europea. La deisación del economicismo y su correlativa entronización en el centro de la escena, se contrapone con la visión antropocéntrica que debe encabezar cualquier tentativa de unidad regional,aún cuando la unidad persiguiera fines exclusivamente comerciales. Todo proceso integrador que prescinda de una mirada omnicomprensiva, que no establezca su eje en los planos de la educación y la cultura, está de antemano condenado a sufrir la indiferencia o el rechazo de los pueblos.

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Europa: lo que no se dice de la crisis

Por Vincenç Navarro

La crisis que están viviendo algunos países mediterráneos –Grecia (en especial), Portugal y España– e Irlanda se está atribuyendo a su excesivo gasto público, que se supone ha creado un elevado déficit y una exuberante deuda pública, escollos que dificultan seriamente su recuperación económica. De ahí las recetas que el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo (BCE) y el Consejo Europeo han estado imponiendo a aquellos países: hay que apretarse el cinturón y reducir el déficit y la deuda pública de una manera radical.

Es sorprendente que esta explicación haya alcanzado la dimensión de dogma, que se reproduce a base de fe (el omnipresente dogma liberal) y no a partir de una evidencia empírica. En realidad, ésta muestra lo profundamente errónea que es tal explicación de la crisis. Veamos los datos.

Todos estos países tienen los gastos públicos (incluyendo el gasto público social) más bajos de la UE-15, el grupo de países más ricos dela Unión Europea, al cual pertenecen. Mírese como se mire (bien gasto público como porcentaje del PIB; bien como gasto público per cápita; bien como porcentaje de la población adulta trabajando en el sector público), todos estos países están a la cola de la UE-15. Su sector público está subdesarrollado. Sus estados del bienestar, por ejemplo, están entre los menos desarrollados en la UE-15.

Una causa de esta pobreza del sector público es que, desde la Segunda Guerra Mundial, estos países han estado gobernados la mayoría del periodo por partidos profundamente conservadores, en Estados con escasa sensibilidad social. Todos ellos tienen unos sistemas de recaudación de impuestos escasamente progresivos, con carga fiscal menor que el promedio de la UE-15 y con un enorme fraude fiscal (que oscila entre un 20 y un 25% de su PIB).

Son Estados que, además de tener escasa sensibilidad social, tienen escaso efecto redistributivo, por lo que son los que tienen mayores desigualdades de renta en la UE-15, desigualdades que se han acentuado a partir de políticas liberales llevadas a cabo por sus gobiernos. Como consecuencia, la capacidad adquisitiva de las clases populares se ha reducido notablemente, creando una economía basada en el crédito que, al colapsarse, ha provocado un enorme problema de escasez de demanda, causa de la recesión económica.

Es este tipo de Estado el que explica que, a pesar de que su deuda pública no sea descomunal (como erróneamente se presenta el caso de Grecia en los medios, cuya deuda es semejante al promedio de los países de la OCDE), surjan dudas de que tales Estados puedan llegar a pagar su deuda, consecuencia de su limitada capacidad recaudatoria. Su déficit se debe, no al aumento excesivo del gasto público, sino a la disminución de los ingresos al Estado, resultado de la disminución de la actividad económica y su probada ineficacia en conseguir un aumento de los ingresos al Estado, debido a la resistencia de los poderes económicos y financieros.

Por otra parte, la falta de crédito se debe al excesivo poder del capital financiero y su influencia en la Unión Europea y sus Estados miembros. Fue la banca la que, con sus comportamientos especulativos, fue creando burbujas que, al estallar, han generado los enormes problemas de falta de crédito. Y ahora están creando una nueva burbuja: la de la deuda pública.

Su excesiva influencia sobre el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (este último mero instrumento de la banca) explica las enormes ayudas a los banqueros y accionistas, que están generando enormes beneficios. Consiguen abundante dinero del BCE a bajísimos intereses (1%), con el que compran bonos públicos que les dan una rentabilidad de hasta un 7% y un 10%, ayudados por sus agencias de calificación (que tienen nula credibilidad, al haber definido a varios bancos como entidades con elevada salud financiera días antes de que colapsaran), que valoran negativamente los bonos públicos para conseguir mayores intereses.

Añádase a ello los hedge funds, fondos de alto riesgo, que están especulando para que colapse el euro y que tienen su base en Europa, en el centro financiero de Londres, la City, llamada el “Wall Street Guantánamo”, porque su falta de supervisión pública es incluso menor (que ya es mucho decir) que la que se da en el centro financiero de EEUU.

Como bien ha dicho Joseph Stiglitz, con todos los fondos gastados para ayudar a los banqueros y accionistas se podrían haber creado bancos públicos que ya habrían resuelto los problemas de crédito que estamos experimentando.

En realidad, es necesario y urgente que se reduzca el sobredimensionado sector financiero en el mundo, pues su excesivo desarrollo está dañando la economía real. Mientras la banca está pidiendo a las clases populares que se “aprieten el cinturón”, tales instituciones ni siquiera tienen cinturón. Dos años después de haber causado la crisis, todavía permanecen con la misma falta de control y regulación que causó la Gran Recesión.

El mayor problema hoy en la UE no es el elevado déficit o deuda (como dice la banca), sino el escaso crecimiento económico y el aumento del desempleo. Ello exige políticas de estímulo económico y crecimiento de empleo en toda la UE (y muy especialmente en los países citados en este artículo).

No ha habido una crisis de las proporciones actuales en el siglo XX sin que haya habido un crecimiento notable del gasto público y de la deuda pública, que se ha ido amortizando a lo largo de los años a base de crecimiento económico. EEUU pagó su deuda, que le permitió salir de la Gran Depresión, en 30 años de crecimiento.

El mayor obstáculo para que ello ocurra en la UE es el dominio del pensamiento liberal en el establishment político y mediático europeo, imponiendo políticas que serán ineficientes, además de innecesarias. Y todo para asegurar los beneficios de la banca. Así de claro.

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